El arma más peligrosa que nadie puede usar contra nosotros es nuestra propia mente. Aprovechándose de las dudas e incertidumbres que en ella acechan. ¿Somos sinceros con nosotros mismos... o vivimos compitiendo con las expectativas de los demás? ¿Y si somos abiertos y sinceros podría alguien amarnos de verdad? ¿Podemos hallar el valor de compartir nuestros secretos más íntimos? ¿O en realidad somos imposibles de conocer incluso para nosotros mismos?
-Amanda.
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